Un libro puede abrirnos puertas (…)
María Teresa Andruetto
y las puertas que se abren traen consecuencias.
Tal como dice el epígrafe, “un libro abre puertas” así los lectores entran en miles de mundos posibles que a su vez nos abren otras puertas que nos llevan por otros caminos y, en consecuencia, los lectores se sumergen en un recorrido que, por suerte, nunca termina. Quizás por eso, Graciela Cabal decía que los lectores nunca mueren.
Pero que los libros abran puertas implica que cada párrafo, cada una de las palabras impresas en el papel nos disparan una serie de interrogantes, de inquietudes, tal como lo plantea Barthes en “Escribir la lectura”.
“¿no os ha sucedido, leyendo un libro, que os habéis ido parando continuamente en la lectura y no por desinterés, sino al contrario a causa de una gran afluencia de ideas, excitaciones, de asociaciones? En otras palabras ¿no os ha pasado eso de leer levantando la cabeza?”
Con estas premisas, el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, a través de la Subsecretaría de Planeamiento Educativo y el equipo del Plan Provincial de Lectura, se hace presente cada martes en las aulas de la Tecnicatura en Bibliotecología para llevar adelante el trayecto formativo “Escuchar la lectura”. Un espacio que busca reflexionar junto a otros lectores la relación entre textos, lectores y mediadores.
En este segundo encuentro, los talleristas llevaban la premisa de invitar a “levantar la cabeza”, tal como propone Barthes. Para eso fue imprescindible pensar en las preguntas que entran en circulación al momento de generar un espacio de lectura.
Para este objetivo se partió de una de las premisas de, para muchos, el más importante de los pedagogos latinoamericanos, Paulo Freire en comunión con Antonio Faundez, quien dice “la enseñanza se ha olvidado de las preguntas (…) y, en mi opinión, todo conocimiento comienza en la pregunta”. Así que los talleristas intentaron abrir las puertas no sólo que abren los libros sino aquellas puertas que nacen de las preguntas.
Se inició el taller proponiendo pensar sobre las preguntas, sus tipos, sus intenciones y finalmente preguntando ¿qué significa preguntar? Esa misma pregunta llevó a cada uno de los presentes a pensar que no está todo tan claro, qué hay distintas preguntas, distintos tipos de gente que se dispone a preguntar, con distintas intenciones. Para completar este pasaje del taller, se leyó el ensayo de Santiago Kovadloff “¿qué significa preguntar?.
A partir de la lectura surgieron nuevas dudas y al menos un par de certezas como que preguntar es atreverse a buscar algo que no está del todo claro.
Para finalizar se encontraron a través del juego, con alguien que hizo de la pregunta un arte, nos encontramos con las preguntas que formuló Pablo Neruda. De este modo se encontraron pensando ¿cómo logró su libertad la bicicleta abandonada? O ¿la rosa está desnuda o tiene un solo vestido? Y otras que dieron lugar al surgimiento de sus propias preguntas poéticas que no son más que preguntas que nos invitan a sumergirnos en lo desconocido en lo todavía no dicho, en lo que está por descubrirse o mejor aun lo que está por construirse.
Antes de despedirse, los talleristas invitaron a los lectores y futuros mediadores de lecturas a pensar en preguntas que hagan vivir a los textos literarios, que no interroguen sólo lo que está impreso sino que inviten a los lectores a ser, como dice Graciela Montes “dueños del juego”.
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